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Cumbres Borrascosas


Cumbres BorrascosasEmily Bronte
Cumbres Borrascosas de Emily Brontë
La poderosa y hosca figura de Heathcliff domina…

La poderosa y hosca figura de Heathcliff domina Cumbres Borrascosas, novela apasionada y tempestuosa cuya sensibilidad se adelantó a su tiempo. Los brumosos y sombríos páramos de Yorkshire son el singular escenario donde se desarrolla con fuerza arrebatadora esta historia de venganza y odio, de pasiones desatadas y amores desesperados que van más allá de la muerte y que hacen de ella una de las obras más singulares y atractivas de todos los tiempos.


Emily Brontë

(Emily Jane Brontë; Thornton, 1818 - Haworth, 1848) Poetisa y narradora británica, autora de una única y extraordinaria novela que le dio celebridad, Cumbres borrascosas (1847), considerada una de las mejores narraciones en lengua inglesa y la obra maestra de la narrativa romántica victoriana.

Emily Brontë era la tercera hija de un párroco anglicano de origen irlandés, hombre excéntrico y cerrado. Cuando en 1821 murió la madre, la familia contaba con cinco niñas y un muchacho, prole enfermiza, muy precoz y llena de ímpetus artísticos. La tuberculosis no tardó en llevarse a las dos hermanas mayores. Las otras, confiadas a los ásperos cuidados de una tía materna, vivieron años solitarios entre la salvaje y desolada vegetación del país; el espíritu de la pequeña Emily comenzó a descubrir, en el silencio y en las voces de aquella naturaleza, místicas y sobrenaturales correspondencias; a percibir, en los grises acontecimientos de sus días, vibraciones metafísicas y demoníacas, y a experimentar, en el verdadero corazón de la soledad y la melancolía, mudos éxtasis de alegría silvestre.
Emily compartía la pasión por la poesía y la lectura con sus dos hermanas: Charlotte, más serenamente romántica y sutilmente irónica, y Anne, apacible y dulce. Todavía adolescentes, las tres muchachas escribían versos y relatos fantásticos (el ciclo narrativo Legends of Angria). En 1842, decididas a ganarse la vida con la enseñanza, Charlotte y Emily marcharon a estudiar francés a Bruselas; fue ésta una época de amargo destierro para Emily, torturada por la nostalgia de su agreste país.
Vuelta a Haworth, la parroquia donde su hermano Branwell, embrutecido por el abuso de alcohol y opio, se entregaba a terribles accesos de cólera, Emily escribió poesías; sus versos, confesiones líricas de su alma ingenua y tenaz, fueron publicados en 1846, gracias al interés de Charlotte, en una colección de poemas de las tres hermanas: Poesías de Curre, Ellis y Acton Bell; sólo dos ejemplares de esta obra se vendieron.
Los poemas de Emily Brontë muestran una profunda vitalidad que, privada de las circunstancias de toda posibilidad de expansión, se orienta con ardor hacia el espíritu, alimentándose de sí misma, en su capacidad de multiplicar las resonancias de todo hecho por pequeño que sea y de amar a la naturaleza aun en el aspecto triste y salvaje de la región donde pasó lo mejor de sus años. Son especialmente celebrados sus poemas "Remembranza" (sin duda la más bella poesía del conjunto), "Una escena de muerte" y "Mi ánimo no es vil".
No resultó más afortunada la publicación, el año siguiente, de la gran novela de Emily, Cumbres borrascosas, posiblemente la expresión más genuina, profunda y contenida del alma romántica inglesa. La historia de pasión ciega y necrófila que protagonizan la joven Catherine Earnshaw y el huérfano Heathcliff y que lleva a su destrucción y a la de sus hijos o herederos, ha concitado una justificada veneración, tanto por sus juegos de contrastes físicos y topográficos como por su estilo vigoroso, clásico, de frase extraordinariamente sonora. También por la complejísima construcción de voces y de tiempos, que va refractando los hechos narrados hasta convertirlos en fragmentos oscuros u oníricos. La excelente versión cinematográfica de William Wyler (1939), protagonizada por Laurence Olivier y Merle Oberon, contribuyó a mantener su popularidad.
En 1848 su hermano Branwell, víctima de "delirium tremens", precedió por algunos meses en la muerte a las hermanas Anne y Emily. Esta última se extinguió rápidamente a través de dolores soportados con duro estoicismo, y sólo dos horas antes de morir, luego de haberse levantado y vestido penosamente, permitió que fuera llamado un médico.

MadriCumbresBorras

Ilustración de Carlos Madrigal




“No es por inadvertencia que al escribir sobre Emily Brontë y Cumbres borrascosas, haya dicho mucho más sobre su padre, su hermano y su hermana Charlotte que sobre ella; pues es sobre ellos que más oímos en los libros escritos sobre la familia. Emily y Anne a duras penas aparecen en el retrato. Anne era algo dulce y bonita pero insignificante; y su talento era escaso. Emily era muy diferente. Es una figura extraña, misteriosa y vaga. Nunca la vemos directamente, sino reflejada, se diría, en un charco del yermo. Hay que adivinar qué clase de mujer fue por su única novela, sus poemas, por una alusión aquí y allá y por algunas anécdotas desparramadas. Era reservada, una criatura intensa e inquietante; y cuando uno oye de su entrega a una alegría sin frenos, como a veces en sus paseos por el yermo, se siente uno incómodo. Charlotte tenía amigas. Anne tenía amigas. Emily no tenía ninguna. Su carácter estaba lleno de contradicciones. Era dura, dogmática, porfiada, hosca, colérica; y era devota, respetuosa, industriosa, impasible, paciente y tierna con los que amaba.”

Pasaje de
Diez grandes novelas y sus autores
William Somerset Maugham
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“Cumbres borrascosas es una excepción. No está relacionada en ninguna forma con las novelas de su tiempo. Es una novela muy mala. Es muy buena. Es fea. Posee belleza, es un libro terrible, angustioso, fuerte y apasionado. Algunos han pensado que es imposible que la hija de un clérigo que llevó una vida retirada y conocía poca gente y nada del mundo, hubiera podido escribirlo. Esto me parece absurdo. Cumbres borrascosas es alocadamente romántica. Ahora bien, el romanticismo evita la paciente observación del realismo; se recrea en el vuelo sin frenos de la imaginación y se complace, a veces con vitalidad, a veces con depresión, en el horror, el misterio, la pasión y la violencia.”

Pasaje de
Diez grandes novelas y sus autores
William Somerset Maugham
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“Hay que admitir que está mal escrito. Las hermanas Brontë no escribían bien. Como institutrices que eran, ellas asumieron el estilo ampuloso y pedante para el que se acuñó la palabra «literario». Mrs. Dean, una criada de Yorkshire que hacía de todo como la Tabby de los Brontë, relata la principal parte de la historia; un estilo conversacional habría sido apropiado; pero Emily hace que se exprese como ningún ser humano podría hacerlo. Ésta es una expresión típica: «Traté de suavizar todo desasosiego sobre el tema, afirmando, con frecuente reiteración, que aquella traición a la confianza, si es que merecía tan dura apelación, debería ser la última». Emily Brontë parece haber estado consciente de que estaba poniendo en boca de Mrs. Dean palabras que probablemente ella no conocía, y, para explicarlo, la hace decir que en el curso de sus labores había tenido la oportunidad de leer libros, pero aún así la presunción de su modo de hablar es espantosa. Ella no lee una carta, escudriña una epístola; no envía una carta, sino una misiva. No sale de un cuarto, abandona una cámara. A su trabajo diario lo llama ocupación diurna. Ella inicia en lugar de empezar. “La gente no grita o aúlla, vocifera; ni escucha, sino presta atención. Hay algo patético en esta hija de un pastor que con toda su fuerza trata de escribir como una dama y que apenas logra ser remilgada. Pero no sería de esperar que Cumbres borrascosas hubiera sido escrito con gracia; no sería mejor por haber sido mejor escrito. Así como en esas tempranas pinturas flamencas del entierro de Cristo las muecas angustiadas de las figuras enflaquecidas, sus tiesos y torpes ademanes parecen otorgarle a la escena un horror adicional, una brutalidad prosaica, que la hacen más conmovedora y trágica que la misma escena representada con belleza por el Tiziano; así hay en esta tosca estilización de la lengua algo que extrañamente acrecienta la pasión violenta de la historia.
Cumbres borrascosas está construido con torpeza. Esto no debe sorprender, puesto que Emily Brontë no había escrito una novela antes y debía contar una historia complicada, que cubría dos generaciones. Esto es algo difícil de hacer, puesto que el autor le tiene que imprimir cierta clase de unidad a dos series de personajes y a dos series de sucesos; y debe tener cuidado de no permitir que el interés de una sea mayor que el de la otra. Emily no logró hacer esto. Tras la muerte de Catherine Earnshaw hay, hasta que se llega a las últimas e imaginativas páginas, una cierta pérdida de vigor. La joven Catherine no es un personaje satisfactorio, y parece que Emily Brontë no supo muy bien qué hacer con ella; es claro que no le podía dar la apasionada independencia de la Catherine mayor, ni la tonta debilidad de su padre. Es una criatura malcriada, necia, voluntariosa y maleducada; y no es posible sentir mayor piedad por sus sufrimientos. No hay claridad sobre los pasos que la llevaron a enamorarse del joven Hareton. Él es una figura vaga, y lo único que se sabe de él es que era melancólico y bien parecido. El autor de una historia como la que estoy examinando también tiene que comprimir el paso de los años en un período de tiempo que puede ser abarcado por el lector con una mirada amplia, tal como podemos ver de un sólo vistazo la totalidad de un vasto fresco. Yo no supongo que Emily Brontë deliberadamente se dio a la tarea de darle una unidad de efecto a una historia dispersa, pero creo que ha debido preguntarse cómo hacer que fuera coherente; y es posible que se le haya ocurrido que la mejor forma de lograrlo era haciendo que un personaje le narrara a otro la larga secuencia de acontecimientos. Ésta es una forma conveniente de contar una historia, y ella no la inventó. Su desventaja es la imposibilidad de sostener algo así como un estilo conversacional cuando el narrador tiene que contar una serie de cosas, como por ejemplo descripciones de paisajes, algo que no se le ocurriría a ninguna persona en su sano juicio. Y si hay por supuesto un narrador (Mrs. Dean) debe haber un escucha (Lockwood). Es posible que un novelista con experiencia hubiera encontrado una mejor forma de contar la historia de Cumbres borrascosas, pero no puedo creer que si Emily Brontë la usó fue porque trabajara sobre una base inventada por una tercera persona.”

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Diez grandes novelas y sus autores
William Somerset Maugham
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“No se me ocurre ninguna otra novela en la que el dolor, el éxtasis, la crueldad del amor hayan sido expresados con tanto vigor. Cumbres borrascosas tiene grandes defectos, pero no importan; tan poco como los troncos de árbol caídos, las piedras desperdigadas, los ventisqueros que obstruyen pero no represan, el torrente alpino en su tumultuoso curso montaña abajo. No se puede comparar Cumbres borrascosas con ningún otro libro. Sólo se puede comparar con una de esas grandes pinturas de El Greco en las que en un sombrío y árido paisaje, bajo nubes preñadas de tormenta, figuras largas, demacradas, en actitudes retorcidas, contienen el aliento hechizadas por una emoción sobrenatural. La raya de un relámpago, deslizándose a través del cielo plomizo, le confiere a la escena un terror misterioso.”

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Diez grandes novelas y sus autores
William Somerset Maugham
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