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Sin Remedio de Antonio Caballero

Sin Remedio A Caballero
SIn remedio
Antonio Caballero

«Armada de una prosa barroca, cómica y exuberante, la novela que cautivó al autor de Cien años de soledad». Lire

El poeta Ignacio Escobar sale a recorrer la Bogotá de los años setenta después de que su novia lo abandona por no querer tener hijos con ella. De ahí en adelante soportará diversos encuentros con jovencísimas prostitutas, poetas pusilánimes, socialistas recalcitrantes, burgueses insufribles, mujeres insaciables, mujeres inalcanzables, militares corruptos, en una cadena de eventos desafortunados que lo dejará con el cuerpo exhausto pero con la poesía al alcance de la mano. En un rapto poético final, Escobar mismo sabrá describir su periplo por una ciudad en la que ni el hastío, ni la monotonía, ni la lluvia dan tregua: «No se escoge la muerte: a ella se llega acorralado por la propia vida».

Antonio Caballero
Antonio Caballero

«Armada de una prosa barroca, cómica y exuberante, la novela que cautivó al autor de Cien años de soledad».

El poeta Ignacio Escobar sale a recorrer la Bogotá de los años setenta después de que su novia lo abandona por no querer tener hijos con ella. De ahí en adelante soportará diversos encuentros con jovencísimas prostitutas, poetas pusilánimes, socialistas recalcitrantes, burgueses insufribles, mujeres insaciables, mujeres inalcanzables, militares corruptos, en una cadena de eventos desafortunados que lo dejará con el cuerpo exhausto pero con la poesía al alcance de la mano. En un rapto poético final, Escobar mismo sabrá describir su periplo por una ciudad en la que ni el hastío, ni la monotonía, ni la lluvia dan tregua: «No se escoge la muerte: a ella se llega acorralado por la propia vida».
“Un peón vestido de plata, lloraba en un burladero. Nadie se movía, nadie se iba. Unos negaban la evidencia de lo que habían visto: No que va, qué va. La plaza entera estaba en pie y en absoluto silencio”.

Antonio Caballero (Bogotá, 1945-2021) narró así la muerte del banderillero Manolo Montoliú en la plaza de la Maestranza de Sevilla el primero de mayo de 1992 cuando lo corneó el toro que lidiaba José Mari Manzanares. Este viernes, el escritor y cronista taurino ha muerto en Bogotá a sus 76 años. Con él se van décadas de caricatura, ensayo y columnas que han marcado la historia política colombiana. Fue colaborador de EL PAÍS con sus crónicas de toros y análisis Desde el otro lado del Atlántico.
Perteneciente a la aristocracia bogotana, nacido en una de las familias más tradicionales de la capital- hijo del también escritor Eduardo Caballero y hermano del pintor Luis Caballero- el columnista fue un rebelde de su origen y desde su juventud escribió contra el establecimiento al que pertenecía, en la revista Alternativa.

Pero sus caricaturas y escritos marcaron también la historia de diarios como El Tiempo, El Espectador, la revista española Cambio 16, Diario 16 y de Semana. Dueño de una prosa envidiable y conocimientos históricos inagotables, mantuvo la columna en la revista por décadas hasta que en noviembre de 2020, los giros políticos en ese medio, lo llevaron a renunciar. Así, el hombre que durante años escribió a máquina se lanzó al mundo digital como columnista de Los danieles.

En su último texto- que ahora leía en videocolumnas- fiel a su estilo, cargó contra el Gobierno. “El presidente Iván Duque tiene una curiosa relación con la historia de su país, Colombia. Se nota que se la enseñaron en Washington. Y encima no la asimiló bien”, escribió. Al pie de la actualidad, se plantó también ante la represión durante el paro nacional y habló sobre la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a Colombia, en vilo hasta último minuto: “Es que con ella está en juego lo que más les importa a nuestros gobiernos, que no es la realidad sino la “imagen” de Colombia. Que maten gente está bien. Pero que no se sepa”.
Sus últimos años como columnista no estuvieron lejanos de la polémica. Su cercanía al toreo- que había agrupado en libros como Toros, Torero y públicos- y posiciones consideradas misóginas o anacrónicas, le valieron críticas.

La poesía y la musicalidad siempre estuvieron presentes en su vida y obra. Sin remedio (1983) su novela más conocida era, según dijo, “el envoltorio de poema”. “Lo que justifica la poesía y lo que la hace tan importante es que es la única manera de decir cosas que no se pueden decir de otra forma “, aseguró en Patadas de Ahorcado, una entrevista concedida al periodista Juan Carlos Iragorri. A él, Caballero le dijo su mejor definición de cómo quisiera ser recordado: un hombre que estuvo del lado de los vencidos y pataleó hasta el final contra el poder.

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Tomade de
El País