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Poemas (Contr. de Katy Haller H)

 
SONETO SEDIENTO
Eduardo Carranza
 
Mi
. Mi sed. Mi víspera. Mi te-amo.
El puñal y la herida que lo encierra.
La respuesta que espero cuando llamo.
Mi manzana del cielo y de la tierra.
 
Mi
por-siempre-jamás. Mi agua delgada,
Gemidora y azul. Mi amor y seña.
La piel sin fin. La rosa enajenada.
El jardín ojeroso que me sueña.
 
El insomnio estelar. Lo que me queda.
La manzana otra vez. La sed. La seda.
Mi corazón sin uso de razón:
 
me faltas tanto en esta lejanía,
en la tarde, a la noche, por el día,
como me faltaría el corazón.
 
……..
 
PATRIA
Camila Charry Noguera
 
El niño recoge espigas de sol.
Vuelve sereno y cantando por el campo.
Revienta sobre su cuerpo el fusil del asesino;
lo embiste la noche.
Vuelan por el aire sus ropas como banderas
de una patria con cualquier nombre.
 
…….
 
De Manuel Mejía Vallejo:
 
Todos me dicen que viva
de esta o de otra manera,
todos me dicen que muera
hacia abajo o hacia arriba.
Todos dicen en qué estriba
la brega que yo asumí
desde el día en que nací
para jugarme del todo.
Dejen que viva a mi modo,
nadie morirá por mí.
 
…………
 
NOCTURNO III
José Asunción Silva
 
 
Una noche / una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
Una noche /en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda, / muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas, / hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida / caminabas,
y la luna llena / por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
y tu sombra / fina y lángida / y mi sombra / por los rayos de la luna proyectada
sobre las arenas tristes / de la senda se juntaban.
Y eran una / y eran una / ¡y eran una sola sombra larga!
¡y eran una sola sombra larga! / ¡y eran una sola sombra larga!
 
Esta noche / solo, el alma / llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro, / donde nuestra voz no alcanza, / solo y mudo
por la senda caminaba, / y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida / y el chillido / de las ranas,
sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba / tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
¡entre las blancuras níveas / de las mortüorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte, / Era el frío de la nada...
 
Y mi sombra / por los rayos de la luna proyectada,
iba sola, / iba sola / ¡iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil / fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella, / se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas!...
 
………..
 
A SOLAS
Ismael Enrique Arciniegas
 
¿Quieres que hablemos?... Está bien... empieza:
Habla a mi corazón como otros días... / ¡Pero no!... ¿qué dirías? / ¿Qué podrías decir a mi tristeza?
No intentes disculparte... ¡todo es vano!  / Ya murieron las rosas en el huerto;
el campo verde lo secó el verano, / y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto.
 
Amor arrepentido, / ave que quieres regresar al nido / al través de la escarcha y las neblinas;
amor que vienes aterido y yerto, / ¡donde fuiste feliz... ya todo ha muerto!
¡No vuelvas... Todo lo hallarás en ruinas!
 
¿A qué has venido? ¿Para qué volviste? / ¿Qué buscas?... ¡Nadie habrá de responderte!
Está sola mi alma, y estoy triste, / inmensamente triste hasta la muerte.
Todas las ilusiones que te amaron, / las que quisieron compartir tu suerte,
mucho tiempo en la sombra te esperaron, / y se fueron... ¡cansadas de no verte!
 
Cuando por vez primera / en mi camino te encontré, reía
en los campos la alegre primavera... / toda esa luz, aromas y armonía.
 
Hoy... ¡todo cuán distinto! Paso a paso / solo voy por la desierta vía.
Nave sin rumbo entre revueltas olas—/ pensando en las tristezas del ocaso,
y en las tristezas de las almas solas.
 
En torno la mirada no columbra / sino aspereza y páramos sombríos;
los nidos en la nieve están vacíos, / y la estrella que amamos ya no alumbra
el azul de tus sueños y los míos.
 
Partiste para ignota lontananza / cuando empezaba a descender la sombra.
...¿Recuerdas? Te imploraba mi esperanza, / ¡pero ya mi esperanza no te nombra!
 
¡No ha de nombrarte!...¿para qué?... Vacía / está el ara, y la historia yace trunca.
¡Ya para que esperar que irradie el día! / ¡Ya para que decirnos: Todavía!
Si una voz grita en nuestras almas: ¡Nunca!
 
Dices que eres la misma; que en tu pecho / la dulce llama de otros tiempos arde;
que el nido del amor no esta desecho, / que para amarnos otra vez, no es tarde.
 
¡Te engañas!... ¡No lo creas!... Ya la duda / echó en mi corazón fuertes raíces.
Ya la fe de otros años no me escuda... / Quedó de sueños mi ilusión desnuda,
¡y no puedo creer lo que me dices!
 
¡No lo puedo creer!... Mi fe burlada, / mi fe en tu amor perdida,
es ansia de una nave destrozada, / ¡ancla en el fondo de la mar caída!
 
Anhelos de un amor, castos risueños, / ya nunca volveréis... Se van... ¡Se esconden!
¿Los llamas?... ¡Es inútil!... No responden... / ¡Ya los cubre el sudario de mis sueños!
 
Hace tiempo se fue la primavera... / ¡Llegó el invierno, fúnebre y sombrío!
Ave fue nuestro amor, ave viajera, / ¡y las aves se van cuando hace frío!
 
………..
 
Y para terminar, uno que Federico buscó y buscó, y solo encontró cuando terminamos la sesión y que dice, “es medio autobiográfico”…:
 
THAT IS THE QUESTION
               
“Por qué no he querido ser cura?”
Luis Carlos López
 
Lo mismo digo yo sin ironía,
pues no quise, en mi estóida locura,
ser en mi juventud lo que hoy sería:
cura de pueblo, un bonachón de cura.
 
Vivir en un curato con la pía
tranquilidad del alma y sin la oscura
persectiva del pan de cada día…
¡Y todo por llevar tonsura!
 
Gordo y feliz, -no flaco y maldiciente.
masón y radical- con elocuente
y corajuda voz, ¡qué de sermones
 
no hubieran sido los sermones míos,
contra esos más que bárbaros impíos
llamados liberales y masones!
 
¡Con qué fogosidad, con qué divina
fogosidad hubiese proclamado
la Ley Seca!... Pues ir a una cantina
no es un pecado, ¡sino un gran pecado!
 
También, viendo una casa clandestina,
muy duramente hubiera condenado
la erótica pasión luciferina
de… los gatos que buscan un tejado!
 
¡Y qué felicidad me brindaría
la época electoral, donde yo haría
las elecciones sin un gatuperio,
 
no sin llevar a cabo, entre la recta
sociedad de mi grey, una colecta
para los niños del Celeste Imperio!
 
Porque yo hubiera sino hasta mi fosa,
con noble sencillez, un cura bueno
y humilde, más humilde que una cosa
que ni siquiera cueste un vil centeno.
 
Pero perdí la senda… Y perdí a Rosa,
mi humilde ama de llaves de agareno
perfilo, ojos de hurí, “dulce y sabrosa
más que la fruta del cercado ajeno”.
 
Por eso estoy muy triste ante la idea
de no ser un buen párroco de aldea,
para nunca exclamar entre infinitas
 
congojas que hoy me tienen lacerado:
Te fuiste para siempre de mi lado
¡Cepillo de las ánimas benditas!